Imaginemos que lo que uno más quiere es dedicarse a la política. Que quiere hacerlo para aportar al país, que está preparado o preparada para entregarse al servicio público y todo lo que significa. Que no tiene la menor intención de robar o hacer negocio, sino al contrario, ayudar a combatir esas lacras que abruman al país. No solo eso: tiene una o dos causas y una o dos ideas medianamente originales y un plan para poder proponerlas y, con suerte, un día se harán realidad. Mi pasión es de tal tamaño que una parte de mí, pequeña, lo juro, se piensa más importante que las estructuras políticas y partidistas a las que uno tiene que pertenecer para ocupar espacios de influencia y poder. Por esto y por la un poco deformada maquinaria política del país, he tenido que pertenecer a dos, tres o cuatro partidos políticos que se odian entre sí o he tenido que trabajar para dos o tres gobiernos provenientes de diferentes partidos y organizaciones. No me critico porque en el fondo yo soy bueno, preparado y apoyo las causas y los proyectos justos. Lo otro, pues es lo que hay. Entonces, en esta carrera aportando a México y los mexicanos termino afiliado con mucho entusiasmo —me pongo corbatas o distintivos del color apropiado—, canto alguna cancioncita pegadora, trabajo intensamente, pongo muchos tuits apoyando al “movimiento”. Hasta que un día…
Pues el líder del partido, que en los últimos tiempos se ha querido colocar como el que es diferente, el que ha “evolucionado” del otro México que queremos dejar atrás —incluyendo al actual—, que dice ser feminista y ambientalista y querer la paz y la seguridad, pues el líder de ese partido trae prisa en tener votos, porque votos —entre otras cosas—significan dinero en prerrogativas. Entonces, ese líder entiende que en este mundo donde vale más un post de Instagram que una buena idea, que más vale la popularidad que la integridad y la cara que el rollo, pues de repente elige a personajes que a ti te dan vergüenza. Mucha. Que son exactamente lo que tú nunca quisieras ser y los elige para posiciones más importantes que la tuya. Y piensas: pero yo soy bueno e inteligente y apoyo las causas correctas, entonces no diré nada. Y te tragas ese enorme sapo. Lo cual muestra que te tragarás varios más. Así es esto.
Carlos Puig
@puigcarlos