s frecuente que al iniciar el año se conjunten situaciones y estados de ánimo que en ocasiones son difíciles de acomodar. Los encuentros decembrinos, el balance de lo que se logró a nivel personal y lo que no. A esto hay que sumarle la cuesta económica que al parecer se extiende mucho más que la habitual cuesta de enero, con lo que se forma una coyuntura abrumadora. Desde la esfera política este 2022 es un año decisivo para México; hay varios temas en la mesa que marcarán el rumbo que andaremos en el corto y mediano plazo. Hoy en día uno de los temas es la revocación de mandato que más allá de ratificar el cargo al presidente López Obrador, ha detonado una lucha política que perfila una fuerte reforma al INE y que altera el piso parejo en la elección del 2024. Como segundo asunto está el Sistema de Administración Tributaria que arrancó un nuevo ejercicio fiscal: el régimen simplificado de confianza. Hoy el SAT aparentemente recaudará más de los pequeños y medianos contribuyentes, habilitando el pago de impuestos con una tasa muy baja. De ahí que las personas que ganan hasta 291 mil pesos al mes, pagarán 2.5% de impuestos sobre sus ingresos brutos sin poder ahora hacer deducciones. Ya veremos si con estas reformas efectivamente el gobierno logra recaudar más impuestos e incorporar a gente que no los paga. Por otra parte se aproximan elecciones estatales a gobernador este año en seis estados, mismos que actualmente son gobernados por la oposición; uno por el PRD, tres por el PAN, y dos por el PRI. Será interesante observar si estos partidos logran mantenerse en el poder o cuántos estados nuevos podría gobernar Morena y sus aliados; así como si crece o no Movimiento Ciudadano.
Pero mientras son peras o son manzanas, hay un factor que ya está causando terribles estragos: la economía. Estamos transitando la peor época para el bolsillo de los mexicanos con una inflación de 7.36% anual; se trata del peor resultado desde 2001, según datos del INEGI. Son tiempos de incertidumbre y las expectativas de crecimiento de la economía mexicana no parecen ser muy positivas, debido a la ruptura de cadenas de valor, las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, Ómicron, y los enormes desajustes entre la oferta y la demanda. Todo ello nubla el panorama económico y por ende el social-emocional. Todavía no se ve claro cuando llegaremos a un punto de inflexión; mientras tanto se siguen sorteando situaciones en una población que percibe menores ingresos y que destina 40% de su gasto al consumo de alimentos y transporte. Con un panorama así sobre los hombros, es evidente la presencia de malestares en factores físicos y emocionales, mismos que deberemos aprender a integrar para no entorpecer nuestros respectivos proyectos. Reflexionar sobre esto nos ayuda a albergar y aceptar una difícil realidad, sin embargo, creo que reconocer aquello que anhelamos y que nos corresponde a cada uno por el simple hecho de ser parte de una sociedad, será fundamental para no bajar la guardia y ejercer la participación que hoy más que nunca se requiere. Sentir y nombrar nuestras opiniones, es el primer paso para aprender a regular nuestro mundo; no a negarlo, ni a exacerbarlo, pero si rescatar el significado que tiene para nosotros y no dejarnos arrollar por la situación. Hay que ser creativos y buscar acciones que permitan dar pasos concretos para honrar nuestro derecho a participar y opinar. Considero importante que nuestra opinión y juicio, se conecte con una necesidad y posteriormente con una acción que promueva su satisfacción. Si éstas se encuentran alineadas y son viables, podremos entender y atender mejor las situaciones que nos generan incertidumbre.
Verónica Sánchez .